AL QUE AMASA Y CUECE, TODO LE ACONTECE.
Reconozco que soy un culo veo, culo quiero. Al pedirme Juan Fran que le llevara perdices a Ricardo, recordé que Mi Santo, me había enseñado el día anterior una receta de perdices y le espeté un: “¿Y para mí no tienes?” Lo que no sabía era que esta pregunta iba a darme una lección que nunca olvidaré.
Juan Fran, muy amablemente, sugirió que cogiera de las de Richi y así lo hice. Estuve tentada de coger la mitad (6), pero cuando vi que el bicho llevaba plumas, lo dejé en 3 – sabia decisión-.
En el coche, de camino a casa, iba dándole vueltas a por qué me meto en estos “fregaos”, pero ya no había marcha atrás. Como en cualquier trabajo, la recomendación es acometer en primer lugar la tarea más pesada, la que menos nos apetece hacer, así que decidí empezar por limpiar las perdices.
Necesitaba documentarme para lo que utilicé internet. En la primera búsqueda seleccioné un link de Jara & Sedal, la revista con la que se metían tanto Juan y Damián en el Hormiguero.
- Perdices y Depredadores, se titula una. No pude acceder al contenido, pero me dio que pensar ¿quién es más depredador? ¿el que caza o el que se las come?
- Perdices ¿Sólo una cuestión de piernas? Supongo que no se referirán a las piernas de las desdichadas perdices…
En el segundo intento es el siguiente link titulado: Cómo desplumar aves.
Me dispongo a seguirla y comienza mi pesadilla:
“Cualquier ave que queráis desplumar, ya sea perdiz, pato, paloma o lo que sea, tenéis dos formas de hacerlo. Lo primero es quitar las tripas, siempre antes de desplumar o de congelar.”
Entro en estado de shock y se lo comento a Mi Jefe de Cocina, que me asegura que ya están destripadas, según indicación del cazador, pero no me quedo tranquila. Paso siguiente:
“Para desplumar podéis, o meterlas en una olla con agua hirviendo escaldándolas un momento y desplumarlas después. Será mucho más fácil quitar las plumas pero más engorroso porque se te quedan pegadas en los dedos, o desplumarlas directamente.”
Procedo con mi primer error: mientras las sacaba de la bolsa, tratando de tocar el mínimo imprescindible del sujeto pasivo, ¡las miré a la cara! Algo se me revolvió por dentro, no sé si la mala conciencia o qué, pero en ese mismo momento tomé dos decisiones:
- La primera y principal: ¡No las comería, no!
- La segunda: les cortaría la cabeza para evitar el reproche.
Ya decapitadas, las dejé en el fregadero y traté de racionalizar la labor: la Tía Elo criaba gallinas y ella las mataba y desplumaba, yo lo había visto y en alguna ocasión, incluso, le había ayudado a quitar alguna pluma y no me había traumatizado ¡Esto iba a ser igual! Sigo leyendo:
“La forma más fácil es que empecéis por la pechuga tirando de las plumas en dirección contraria a su crecimiento, haceros con una bolsa al lado para ir echándolas, la verdad es que es un poco pesado de hacer, pero después el resultado merece la pena.”
Insuflo aliento: ¡Parece que finalmente merece la pena! Me aseguré de mantener la distancia de intervención y seleccioné al azar el primer sujeto. En comparación con la foto de internet, la pechuga del interfecto era muy pequeña, se ve que había hecho mucho ejercicio. Siguiendo las indicaciones, empecé a tirar de las plumas del lomo con suavidad y las iba depositando en una bolsa de plástico, al poco rato la bolsa estaba medio llena y ¡aún no había terminado de desplumar la primera!
“Poco a poco, vais quitando todas las plumas, las de las alas serán las más difíciles, pero a base de tirones fuertes salen. Por último cuando la tengáis desplumada pasar por el fuego para quemar los restos de plumas y lavar. Ya tenéis el pájaro limpio para guisarlo.”
Efectivamente cuando llegué a las alas y hice acopio de fuerzas para extraer las plumas que se resistían fuertemente a abandonar al fiambre. Pero esta no es la peor parte de la fisionomía del bicho. Fui dejando para el final las “ingles-as” por la cercanía al recto.
¡Ya tenía desplumada la primera y nube de plumón revoloteando por mi cocina! Utilicé el mechero para quemar los restos, tratando de evitar quemarme y un olor a pollo lo inundó todo. Pero aún había algo que no cuadraba….Esta perdiz no te tenía ninguna apertura … ¿Por dónde la habrían destripado?
Volví a buscar información en la red: “destripar perdices” y lo único que encontré fue una receta que decía: destripar y limpiar con un trapo por dentro, pero no decía por dónde.
¿Por dónde la habían destripado? El único agujero de la difunta era el ano y, por cierto, muy pequeño. Si estaba destripada, habría hueco en el centro, así que la presioné y .. algo parecía asomar por el ano. ¡Qué aaaassssssssco!
Decidido: ¡Es la última vez que limpio un bicho!
¡Que seaís felices y comaís...codornices!