Gambia 16 de diciembre del 2012: conociendo Gambia

03.04.2013 12:39

 

A pesar de mis recelos, mi twin concertó la excursión con Ibra, -alias, Bob Marley-, el que nos abordó a la salida del hotel el día anterior. Más aún, había dejado una señal en euros, porque no teníamos suficientes dalasis. ¡Ya no había marcha atrás!

Para aprovechar la jornada quedamos a las 8:00 en sus oficinas, el tenderete junto al río. Nada más asomarnos a la entrada del hotel, los caza turistas vieron la oportunidad de hacer negocio.

-        ¡No, abaraka!

Entre ellos, había un chico que insistía mucho, pero al que no entendía. Nos señalaba una fregoneta verde y decía algo de recorrido turístico, pero mi hermana y yo seguíamos hacia adelante, muy dispuestas porque ya habíamos quedado con Bob Marley.

-        ¡Espera! , me dijo Cayetana.

-        Me parece que este chico nos está diciendo que viene de parte de Ibra.

Después de cinco minutos persiguiéndonos, dimos a Abdul la oportunidad de que se presentara y  nos aclaró que iba a llevarnos a la oficina con Ibra y que él era el conductor en nuestra excursión. ¡Acabáramos!   

Comenzaba nuestra aventura local, adentrándonos por un camino de tierra desde  la única carretera asfaltada, atravesamos una zona de chabolas de adobe y hojalatas para llegar a la entrada de la piscina de la fertilidad y el museo de arte y cultura.

La visita al museo comenzaba por unas fotos antiguas que contaban la historia de la esclavitud y de Kunta Kinte que se hizo famoso a raíz de la serie de televisión Roots  –Raíces-, y finalizaba por alguna que otra máscara e instrumentos musicales de manufactura casera.

La piscina de Katchikaly, es una charca artificial repleta de hojas donde se hacinan decenas de cocodrilos perezosos tomando el sol en las orillas. Junto a la charca, a la que pasamos con algo de reparo en un principio, hay hecha de adobe una estructura con tres paredes y sin techo, donde, según nuestro guía, las mujeres que quieren ser fértiles, se duchan con agua de la charca.

Ni que decir tiene que no osamos tocar el agua, lo que si tocamos fue un cocodrilo, porque, si bien movía el párpado y se notaba que respiraba, debía estar tan harto de pollo, que parecía una estatua.

Siguiente destino: Banjul, la capital de Gambia. Visitamos el mercadillo y vimos el arco  22  conmemorativo del golpe de Estado (22 de julio de 1994) por el que sólo puede pasar el presidente y su cohorte.

Donde sí estuvimos un buen rato fue en la reserva natural de Abuko, un bosque tropical donde disfrutamos avistando aves de todos los colores. Cayetana disfrutó un montón ya que el cuñao es aficionado a las aves y ella de rebote. Nuestro guía se reveló un entendido y llevaba su guía para enseñarnos los nombres y las diferentes especies.

Cayetana ya empezaba a dar signos de cansancio y no sabéis la leche que tiene, cuando además de cansada, tiene hambre!!

Afortunadamente tras la comida en Paradise Beach, empezó a razonar. El guía no bebió, pero algo se fumó, porque al volver, tenía una risita tonta en la cara y los ojos enrojecidos.

Nos quedaba aún la visita a Tanji, un pueblo de pescadores en donde todos los días a media tarde decenas de barcas se acercan a la orilla y comienza un espectáculo único de color y vida, donde todo el mundo participa. Cadenas humanas para ayudar a sacar el pescado en “palanganas” que se vuelcan en carretillas y en la arena, vendiendo, comprando, cocinando, limpiando el pescado...

Cuando nos bajamos de la fregoneta, había unos niños que nos miraban. Mi twin rápidamente sacó la cámara y los caramelos. ¿Qué pasó? Que cuando empezó a repartir los caramelos, se multiplicaron los niños, como los panes y los peces de Jesucristo y la cosa empezó a ponerse fea, cuando Ibra y Abdul, los disolvieron.

Comenzamos el descenso a la playa y todos nos saludaban, haciéndonos sentir un poco “buanas”. Por el camino se fueron acercando algunos niños y cuando les pregunté por qué no jugaban, me dijeron que no tenían pelota.

Entonces, la “Reina de África”, ya recuperada del susto con los caramelos, le pidió al niño que nos llevara a la tienda en la que comprar la pelota. Parecía el flautista de Hamelin, iba delante con el líder y detrás de ella los niños y de coche escoba yo con el guía. Eso sí, una vez comprada, antes de dársela al mayor de ellos, le dejó bien clara una cosa:

-        That´s for all of you, boys and girls.

-        Así me gusta Cayetana, ¡¡que no las discriminen ahora que ya tendrán tiempo!!