¡Qué Güerva!
El equipo de progenitores de baloncesto, veníamos planificando el viaje anual de nuestra asociación, Brain´s Papis, desde el mes de mayo. Tras la celebración de más de un cónclave para determinar el destino de la excursión, por acuerdo mayoritario, cerramos filas a favor del TIB (Turismo Interior Bruto).
Esta decisión, no fue aceptada de buen grado por una parte del grupo, lo que provocó la ya famosa rebelión de PUNTA CANA, protagonizada por el general Zuaznabar, también llamado El Innombrable y sus secuaces, todos ellos pertenecientes al triunvirato de la S (Sanchís, Sobera y Santamarina).
Una vez asumida la dolorosa escisión, el equipo retomó sus célebres reuniones gastronómicas so pretexto de ultimar los detalles del viaje: hora de salida, vehículos seleccionados para el viaje, tipo y número de bultos permitidos…
8 p.m. del lunes 22 de julio del 2013. Barrio del Pilar, junto al hogar de los Arribas-Carrasco:
12 personas, tres coches y un destino: Güerva.
Como copiloto de Maritere, mi responsabilidad era enorme: informarle de la dirección a seguir, mantenerla hidratada y alimentada, crear un ambiente agradable –gestión del MP3- y, procurarle conversación que no llevara aparejadas imágenes evocadoras, que pudieran distraerla…
Para su comodidad y confort, ya en el viaje de ida intenté adiestrarla en el uso del “cruise”, unos botoncitos muy monos que hay en el volante de su confortable Volvo, pero no fue hasta la vuelta, cuando conseguí mi empeño.
El hambre estaba haciendo estragos, en el coche del Grande de España y en el de Maritere, a pesar de que, en éste último, nos habíamos ventilado una bolsa de patatas, otra de cacahuetes fritos con miel, unos riskitos…
A las 15:00 llegamos a Islantilla, Huelva. Lidera la expedición el coche del Trasto. Su copiloto, la famosa Restauradora y, mi prima, Constantina, siguiendo la recomendación de uno de sus muchos amigos, nos conduce a un restaurante local junto al puerto: Doña María.
En la terraza, de un ambiente puramente andalusí, junto a las redes de los pescadores, disfrutamos de los pescaitos fritos y descubrimos los exquisitos “calamares de huerta” (tempura de aros de cebolla y pimientos)
Una vez satisfechos, llegamos a registrarnos en el hotel Asur, enclavado junto a la playa de Islantilla.
Mientras facilitábamos los datos a la chica de recepción y efectuábamos el pago, un personaje pintoresco apareció en nuestras vidas: Super Mario, a quien también nos referiremos como Wally porque, de tanto coincidir con él, llegamos a convertir en un juego su localización.
El personaje parecía sacado de la Rue del Percebe: cincuentón achaparrao - metro y medio -, bigote espeso, gafas culo-vaso y look camionero (camiseta de tirantes blanca, pantalón corto y sandalias con calcetines). A duras penas asomaba por encima del mostrador, tratando de reclamar la atención de la recepcionista, que no parecía prestarle atención.
Mientras las niñas facilitaban sus datos y elegían habitación, l@s progenitor@s, no pudimos menos que observar la situación un tanto peculiar, que se protagonizaba entre Super Mario y la recepción del hotel.
Al parecer, reclamaba que algún elemento de su habitación requería de mantenimiento, mientras que las chicas de recepción, que en esos momentos atendían a los clientes que nos registrábamos, se miraban con complicidad y viendo que insistía, solicitaron la intervención de un tercero. Al poco rato, el que parecía el responsable, un cuarentón de buena planta, miraba con cara severa a Super Mario y volvía a insistir en que se había realizado la labor de mantenimiento requerida, solicitándole que le acompañara a un aparte para liberar el mostrador. Una de las recepcionistas, la que tenía más próximo al interfecto, en un momento dado no pudo contenerse y le dio un ataque de risa, que trataba de disimular ocultándose tras la pantalla del ordenador.
Fuimos todos juntos recorriendo las habitaciones que habían asignado a las teenayers: dos habitaciones dobles comunicadas, una de las cuales, estaba decorada con motivos del espacio. Tras dejar las maletas en la habitación, salimos a dar una vuelta por la playa y terminamos en la terraza del bar Galera, junto a la piscina, mientras las niñas se daban un baño.
Entonces, volvimos a ver a nuestro amigo Wally, acompañado por su madre y su suegra. Era como ver a Alfredo Landa y Gracita Morales, con doña Urraca, ataviados con las ropas del siglo pasado, aterrizando en la gran ciudad. En aquel ambiente de familias jóvenes y guapas, de todas las nacionalidades, ellos eran la nota discordante.
Como equipo responsable de padres, estuvimos analizando los posibles riesgos que pudieran acechar a nuestras top models, mientras degustábamos cervecitas y tintos de verano, bien acompañados por unos gratificantes frutos secos.
A la hora de cenar, guiados por el olor de las pizzas, caímos en la trampa mortal del restaurante italiano que, además de tener problemas de ocupación -estaba lleno-, no satisfizo nuestras expectativas. La noche siguiente acertaríamos en la elección del asiático.
Las copas nocturnas se desarrollaron entre el jardín y la zona chill out, viendo los espectáculos organizados por el equipo de animación o participando activamente, como en el concurso musical. Quede constancia, que fuimos los que más y mejor ambiente aportamos en la jornada, bien puede ser por las piñas coladas como por los…..que se tomaba el Trasto o … ¡Porque sí!
La primera noche que compartimos habitación las tres Marías: Maritere, MariConstan y servidora (Marimar), puso a prueba nuestra amistad.
¡No os podéis imaginar cómo ronca la Constan! Yo, que tengo el sueño profundo de los inocentes, me desvelé con el estruendo de la habitación. Me giré y vi a mi prima, plácidamente dormida, con un hilillo de baba resbalándole por la comisura del labio, e interpretando su mejor sinfonía: una composición de viento en la que se alternaban ronquidos y resoplidos de forma sincopada.
Por si esto fuera poco, junto a ella, estaba Maritere, que se había quedado dormida leyendo. Francamente, se lo tiene que hacer mirar. A lo largo del día se le va hinchando la tripa hasta el punto de parecer embarazada de trillizos y, por la mañana, cuando nos levantamos la hinchazón ha desaparecido. Al parecer, tiene un problema con la gestión de los gases. ¡Pues que no tome coca-cola!
Allah, el Clemente, se apiadó de nosotras y no dejó que Rosa M. se uniera a nuestra comuna. Esposa fiel, no quiso abandonar al Grande de España. Luego nos enteramos que es sonámbula y se despierta de madrugada gritando:
- ¡Tomás, apaga el aire acondicionado que me estoy helando!
¡En fin! Como podéis imaginar, si de estas seguimos siendo amigas, ya nada podrá separarnos.
¡Ay Señor, llévame pronto, con mis amig@s!